Relación entre Pintura y Arquitectura, Renacimiento y Barroco; Artes, Innovación y Cambio

Alejandra Pérez Bahamonde

Arte, definido en el diccionario como “Ejercicio de las facultades humanas preparado por experiencias anteriores y/o Conjunto de normas y preceptos acumulados por generaciones anteriores en una actividad”, es un término amplísimo, y por sobre todo, profundamente ligado a la historia del hombre, de la humanidad.
También se lo define como una, “Aptitud individual, disposición para hacer una cosa”, refiriéndose al arte más como un talento, la especialización de las diferentes actividades humanas, que derivan de la práctica y la experimentación, la selección, la decisión del hombre de dedicarse a una en especial; un talento que confluye en el perfeccionamiento de la actividad; en la profundización, y a la vez clasificación de dicho talento. Es el conocimiento adquirido que se impregna en el alma del ser, implícito en lo más profundo de sus reflexiones, y deseoso de conocer la luz del mundo.
Es así como los pensamientos se trasforman en ideas, las ideas en palabras, las palabras en bocetos y los bocetos en arquitectura; estos dos últimos, admirados y apreciados especialmente, desde sus inicios, marcados por la época en que fueron producidos y a la vez, marcando su época, dejando vivas, notables, famosas e inmortales imágenes.
El arte en el Renacimiento y el Barroco nos ofrece un mundo de contrastes, un mundo que se redescubre así mismo para mostrarse nuevo y fresco a los ojos del hombre; es el arte que explora, que busca conocer, dar a conocer y ser conocido; que busca innovar, que busca reinventar lo inventado y mejorar lo que se consideraba ya establecido, que prefiere equivocarse a dejar de probar nuevos métodos, y que por sobre todo abre el camino y traza el punto de partida hacia lo que fue una revolución en el pensamiento y las ideas que existiesen en torno al hombre y la humanidad.

Estos dos movimientos, Renacimiento y Barroco conforman una magnífica mezcla de nuevas técnicas y métodos. Es en este punto en que la arquitectura y la pintura se fusionan, se relacionan e intercambian conceptos formales y de composición, además del mensaje contenido en la obra en sí. Conceptos como Ejes, Simetría, Tensión, Peso, Color, Forma, Perspectiva, Ritmo, Luz, y algunos otros que se mencionaran más adelante conforman la base de las artes de ambos movimientos culturales. Además, cabe mencionar, sobre el mensaje o la intención, que este fue en su mayoría religioso, sin embargo, Dios y su alabanza fueron más una excusa para el arte colosal, pues también entra en esta época la teoría antropocéntrica, y los nuevos pensamientos e hipótesis sobre el origen, posición, importancia y trascendencia del hombre en la tierra.
Empecemos pues con el Renacimiento, que nos presenta un desmembramiento de la cristiandad y el desarrollo de los nacionalismos, la introducción de la imprenta, entre 1460 y 1480, y la consiguiente difusión de la cultura que fueron de la mano, potenciándose mutuamente, con la revolución operada en el mundo de las ideas. El determinante, sin embargo, de este cambio social y cultural fue el desarrollo económico europeo, con los primeros atisbos del capitalismo mercantil. En este clima cultural de renovación, que paradójicamente buscaba sus modelos en la Antigüedad Clásica, surgió a principios del siglo XV, un renacimiento artístico en Italia de empuje extraordinario. El artista tomó conciencia del individuo con valor y personalidad propios, se vio atraído por el saber y comenzó a estudiar los modelos de la antigüedad clásica, a la vez que investigaba las técnicas del claroscuro, las formas de representar la perspectiva, y el mundo natural; especialmente la anatomía humana y las técnicas de construcción arquitectónica. El paradigma de esta nueva actitud es Leonardo da Vinci, personalidad eminentemente renacentista, quien dominó distintas ramas del saber, pero del mismo modo Miguel Ángel Buonarroti, Rafael Sanzio, Sandro Botticelli y Bramante, que fueron también artistas conmovidos por la imagen de la Antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas, pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva sensibilidad humanística.
Las características del arte Renacentista se presentan como una de las mayores manifestaciones (y también de las más claras) de la nueva mentalidad que nacía, aflorando para dar al hombre el lugar en el universo que siempre había tenido. Entre pintura y arquitectura, al citar sus características, se percibe con facilidad la clara influencia mutua que existe entre ambas, reflejándose además en pintores-arquitectos y arquitectos-pintores, hombres de formación completa, instruidos en varias artes a la vez; interconectadas por sus conceptos compositivos.
La pintura Renacentista, plena de religiosidad, se considera lo más innovador del arte del Renacimiento. El Quattrocento destaca por su observación de la naturaleza y el paisaje, la plasmación del movimiento y la ampliación de los temas. Aparece el desnudo, el cuerpo humano se representa en sus proporciones correctas. El Cinquecento es la edad de oro del Renacimiento. En los cuadros aparecen diferentes motivos, pero el principal se encuentra en primer plano, lo anecdótico desaparece, las arquitecturas se reducen al mínimo. Se rinde culto a la belleza. El arte de componer consiste en la ordenación de unas pocas masas dentro de esquemas geométricos sencillos. Hay una cierta distorsión del lenguaje clásico, se utiliza el escorzo y la desproporción. Se valora la luz en el sfumato, una técnica en la que se confunden figura y fondo y con la que se da cierta perspectiva aérea. El Manierismo presenta un lenguaje más complejo, de colores decorativos y un tanto anticlásico (figuras alargadas, sus imágenes dramáticas, su color luminoso, luz y color, y el espacio antinatural).
Además, la perspectiva, la composición, el color y la luz son los elementos que centran las preocupaciones formales. Los pintores pretendieron siempre en sus obras la representación correcta del espacio. Se pinta sobre todo tipo de superficies. Se inventa una perspectiva tridimensional. La unidad de la composición, de la perspectiva, de la anatomía y morbidez muscular y de la belleza exterior física tiende a imitar la naturaleza con desenvoltura, inspirándose a la vez los artistas en las obras clásicas escultóricas. Se da mucha entrada a lo mitológico apenas tratado en la época anterior y se cultiva singularmente el retrato y las historias. Y aunque no se olvidan los cuadros religiosos, carecen éstos por lo común, de la idea y unción mística de la época precedente, y hasta desvían con frecuencia el ánimo de la verdadera piedad. Se da un abandono definitivo de los realces y dorados, en la predilección por los lienzos sin tabla y en la adopción casi exclusiva de la pintura al óleo, salvo las decoraciones murales al temple y al fresco.
Establece una manera de pintar realista o verista que no se había dado antes. Cultiva la forma y el colorismo y se basa en el arte de Grecia. Se busca una sensación de organicidad y elasticidad en las figuras. Miguel Ángel, representó muchas de sus figuras contorsionadas y con posiciones muy elásticas, las cuales generan una sensación inmediata de viveza y de movimiento. Se genera gran preocupación en torno a la proporción humana, el canon del hombre perfecto el cual resurgió gracias a los escritos que había del arquitecto romano Vitrubio. El retrato y la representación del paisaje tienen mucha importancia.
En cuanto a Arquitectura el renacimiento tiene un carácter profano desde sus inicios, y, lógicamente, surge en una ciudad en donde el gótico apenas había penetrado, Florencia; en la Europa de las grandes catedrales, se implantó con dificultades. Se caracteriza por el empleo de proporciones modulares, superposición de órdenes, empleo de cúpulas e introducción del orden colosal. En el Quattrocento fue frecuente recurrir a columnas y pilastras adosadas, a los capiteles clásicos (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), los fustes lisos y el arco de medio punto, a la bóveda de cañón y de arista, así como a cubiertas de madera con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto Renacimiento (o Cinquecento) es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), el alargamiento de la cúpula (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las fachadas de piedra tosca (Palacio Medici−Riccardi, de Michelozzo di Bartolommeo) o con los sillares en realce (Palacio Rucellai, de Bernardo Rosellino, proyecto de Alberti).
La arquitectura del Cinquecento tuvo como centro Roma: En 1506 Donato d'Angelo Bramante terminaba su célebre proyecto para la basílica de San Pedro en el Vaticano. Los palacios se adornaron de valiosos bajorrelieves (Palacio Grimani de Venecia, 1549, obra de Michele Sanmicheli) o de esculturas exentas (biblioteca de San Marcos, 1537–50, Venecia, obra de Jacopo Sansovino).
Entonces, el Renacimiento presenta conexiones entre sus expresiones pictóricas y arquitectónicas, puntos comunes que presentan con frecuencia cierto lenguaje característico, en cuanto a los conceptos formales y compositivos, además de los motivos y mensaje de sus obras. Entre los primeros, destacan la forma; se recurre con vehemencia a la geometría, al plano; de ejes modulares, simétricos, lineales y simples, traducidos en nociones como transepto, nave central, girola. La composición y construcción de las escenas que sustentan las escenas de las pinturas son geométricas, usando círculos, semicírculos, formas ortogonales, escalas en proporción, con lo que la sensación espacial queda bien imaginada. En cuanto a los motivos y misión de su producción, se aprecian dos principales: Dios, y el hombre como creación máxima y perfecta de este. El ser humano deja de lado el letargo medieval, y la culpa del pecado original, y pasa a ser el centro de atención y preocupación de la comunidad científica y artística. El hombre renace como un ser nuevo y lleno de vida, hermoso, y ansioso de mostrar al mundo de lo que es capaz.
El culto a la belleza y las arquitecturas reducidas al mínimo, son dos puntos clave de este nuevo nacimiento, basado en los cánones clásicos de la belleza establecidos en Grecia, que resurgen gracias a Marco Lucio Vitruvio Polión. Las artes propician el relanzamiento, la reinvención y el redescubrimiento de la importancia de la presencia del hombre sobre la faz de la tierra, las fachadas y las pinturas se impregnan de una armonía que radica en la simbiosis de sus elementos, gran parte de ellos dedicados al culto de Dios, pero Dios como creador del ser humano.
Siguiendo con el Barroco, en Italia, la pintura, escultura y arquitectura barrocas evolucionaron a partir del manierismo. Este cambio fue consecuencia del Concilio de Trento en 1563, que reclamaba un arte capaz de instruir y suscitar la piedad por medio de la austeridad. Entonces, las raíces del barroco se localizan en el arte italiano, especialmente en la Roma de finales del siglo XVI.
El deseo universalista inspiró a varios artistas en su reacción contra el anticlasicismo manierista y su interés subjetivo por la distorsión, la asimetría, las extrañas yuxtaposiciones y el intenso colorido. Los dos artistas más destacados que encabezaron este primer barroco fueron Annibale Carracci y Caravaggio. El arte de Caravaggio recibió influencias del naturalismo humanista de Miguel Ángel y el pleno renacimiento. En sus cuadros aparecen a menudo personajes reales, sacados de la vida diaria, ocupados en actividades cotidianas, así como también apasionadas escenas de tema mitológico y religioso. La escuela de Carracci, por el contrario, intentó liberar al arte de su amaneramiento retornando a los principios de claridad, monumentalidad y equilibrio propios del pleno renacimiento. Este barroco clasicista tuvo una importante presencia a lo largo de todo el siglo XVII. Un tercer barroco, denominado alto barroco o pleno barroco, apareció en Roma en torno a 1630, y se considera el estilo más característico del siglo XVII por su enérgico y exuberante dramatismo. No se entiende la pintura barroca sin hacer referencia a dos estéticas diferentes: el tenebrismo y el eclecticismo o clasicismo. El tenebrismo consiste en el choque violento de la luz contra la sombra. Da a las obras un rabioso naturalismo. El fondo queda en penumbra, o desaparece, mientras que la escena queda en primer plano. El eclecticismo trata de salvar el gusto clásico dentro de la nueva estética. Si en el tenebrismo se aboga por el naturalismo en el eclecticismo se hace por el idealismo. Esta es la estética que triunfa dentro de la Iglesia Católica, ya que es la más apta para exaltar a la Iglesia. Se trata de una estética decorativa efectista y teatral.
Por su parte, la Pintura Barroca propaga los valores de la Contrarreforma, el absolutismo y la burguesía y da un marcado sentido del movimiento, energía, tensión. Los pintores pretendieron siempre en sus obras la representación correcta del espacio y la perspectiva y nos presentan límites imprecisos, formas que salen y entran, objetos intrascendentes en primer plano, los escorzos y las posturas violentas, y las composiciones diagonales que dan a la obra gran dinamismo. El pintor barroco plasma la realidad. Fuertes contrastes de luces y sombras realzan los efectos escenográficos. Se buscaba la representación de los sentimientos interiores, las pasiones y los temperamentos, magníficamente reflejados en los rostros de los personajes. Existe una insinuación de enormes espacios. Se aleja del elitismo manierista en busca de una expresión más didáctica usando el color, la luz y el movimiento, que son los elementos que definen la forma pictórica. Los contornos se diluyen y las figuras pierden relevancia frente a la unidad de la escena.
Esta pintura admite una gran variedad de temas y técnicas, buscando los efectos de contraste que producen las luces y las sombras, refiriéndonos al tenebrismo. Además se enriquece la iconografía de asunto religioso, escenas de santos, mitológicos y el retrato, tanto el individual como el de grupo. La intensidad e inmediatez, el individualismo y el detalle -manifestado en las representaciones realistas de la piel y las ropas- hicieron de la pintura barroca uno de los estilos más arraigados del arte occidental. El profundo naturalismo es característica esencial; las figuras no se representan en los cuadros como simples estereotipos sino de manera individualizada, con su personalidad propia. Intensa espiritualidad aparece con frecuencia en las escenas de éxtasis, martirios y apariciones milagrosas. Se recrea en los espacios abiertos, predominando el color y la luz sobre el dibujo y existiendo una tendencia y una búsqueda del realismo que se conjuga con lo teatral y lo efectista. A esto se le añade el contenido sugerente del cuadro, formas ensoñadoras, poesía y evocación de lo antiguo.
La dinámica del espacio, la visión de las escenas en profundidad, la estructuración de las composiciones mediante diagonales y la distribución de manchas de luz y de color, configuran el espacio como algo dinámico. Frecuentemente utiliza la perspectiva aérea para dar profundidad al cuadro. El paisaje humanizado cobra importancia por sí mismo (marinas, vistas rurales, etc.) y se desarrollan nuevos géneros como los bodegones (sin presencia humana), paisajes, retratos, cuadros de género o costumbristas. Finalmente el Manierismo que nos muestra figuras extraordinariamente alargadas, delgadas, fantasmales, muy expresivas, llenas de misticismo y con iluminación propia, y empleo de una gama de colores buscando los contrastes, con un lenguaje más complejo, de colores decorativos e imágenes dramáticas. Son figuras ascéticas, de siluetas longilíneas, que recuerdan a los iconos griegos.
Ahora, en la Arquitectura Barroca, los edificios, que dan sensación de movimiento, emplean el orden colosal y gigante en los elementos arquitectónicos más frecuentes: atlantes, cariátides, grandes pilastras y columnas, en las que destaca la columna salomónica o torsa cuyo fuste es retorcido. Se funden las formas, rompiéndose los límites con el uso del frontón partido. Se evita todo planismo mediante el predominio del claroscuro, el aislamiento de las columnas del plano, y el vuelo de las cornisas. La decoración usual es arquitectónica y botánica con placas recortadas y pegadas, en los muros que desarrollan la función de sostenimiento, siendo los soportes y el entablamento meramente decorativos. La cubierta suele hacerse mediante cúpulas. En el caso de utilizar bóveda, ésta tiende a emanciparse de la planta en los edificios más evolucionados, como en el palacio de Würtzburgo en donde los arcos que aíslan las cúpulas quedan inclinados, y éstas no caen verticalmente sobre la planta. La pared pierde su condición fronteriza, ya que efectos ópticos la eliminan ilusoriamente. El muro tiene la función sostenedora del edificio, y una significación dinámica mediante el alabeo (curvar, torcer, combar) de las paredes, muy utilizado por Borrimini, que hace que el edificio parezca moverse.
El uso del espejo produce el ocaso del muro como frontera. Las imágenes rebotan de espejo en espejo, creando una perspectiva infinita y dan la sensación ilusoria de un edificio más grande. La luz es misteriosa pues oculta su fuente, el lugar de donde nace. En muchos retablos, el transparente hace que las figuras se animen con los impactos luminosos. El juego de la perspectiva en los edificios barrocos es importante pues éstos se construyen para ser contemplados desde un lado, y no frontalmente, con una visión en profundidad desde la lejanía que utiliza como puntos de referencia torres y escaleras. El edificio está englobado en la estética urbanística que también busca la perspectiva. Los municipios obligan a los propietarios a sujetarse a los proyectos de ordenación urbana. Los vacíos urbanos se llenan con grandes estatuas y fuentes; se construyen grandes plazas y escaleras monumentales como la plaza del Popolo en Roma, y las escaleras de la plaza de España en Roma.
La arquitectura barroca favorece la extensión del jardín en la ciudad, al que se trata con criterios urbanísticos trazándolos de modo que forme perspectivas, calles, avenidas y cortando los macizos de verdura a escuadra y compás. El templo católico adquiere un aire ostentoso y triunfal, reflejo de la Contrarreforma. En este tipo de edificios aparece el confesionario como una caseta de madera, y se introducen grandes órganos que acompañen la función religiosa.
Entonces, el Barroco también nos presenta marcadas conexiones entre las características de sus obras arquitectónicas y pictóricas, introduciendo a nuestros ojos una marcada y hermosa fusión de conceptos, el aumento de la ornamentación, los contrastes que nos ofrece su profundo dramatismo, un choque de luces, de sombras, de color, de formas.
Constituye un desafío a la perspectiva, un riesgo por parte de los artistas por provocar los sentidos, el movimiento, una inclinación a lo más vistoso, a lo teatral, el barroco se muestra como una gran, hermosa, colosal, sensual, seductora, sugestiva y magnífica obra de teatro, un conjunto de escenas, que buscan por sobre todo, deleitar al espectador con sus fundidas e innovadoras siluetas. Y no se puede olvidar mencionar la dinámica que existió en estas obras de ejes diagonales, que nos absorben, y nos introducen en su propio ritmo de composición, por momentos más tensa, de acuerdo al simbolismo al cual se haya recurrido.
La religión, fue en ese entonces, la excusa perfecta para este tipo de arte, siendo el ideal para exaltarla: exaltar su poder, su grandeza, su valor, su significado. Se manifiesta en las iglesias: espacios dramatizados que contenían obras pictóricas plenas de drama. Las múltiples perspectivas y las nuevas geometrías, que aun conservan el signo antropomórfico, que recurren a focos y puntos específicos de luz.
Finalmente, Renacimiento y Barroco, dos extraordinarios, sorpresivos y fantásticos movimientos culturales, plenos de contrates, de simetría y asimetría, de diagonales y perpendiculares, de claros y oscuros, de dorados y sombras, de antropocentrismo y de ferviente devoción, de líneas rectas y curvas, de felicidad y fuerza, de una profunda y notable admiración por el pasado Grecorromano, por los órdenes clásicos, todo inmerso y conjugado en un complejo y armonioso ritmo, digno de recordar, estudiar, admirar, conmemorar, no solo por su inmensa cantidad de conocimientos incluidos y adquiridos, sino también por el grandísimo significado cultural y su influencia en la mente de los hombres, en la evolución de la sociedad humana.

1 Response so far.

  1. Muy bueno, interesante ! Tienen alguna bibliografia ? o es una opinion ? :0

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